Por Carmen Tuero y Carlos San Pedro
Con el desarrollo de plataformas de contenido audiovisual como Netflix o HBO, nos hemos convertido en grandes consumidores de series de ficción. Paradójicamente, si hay algo en que se suelen basar las series de ficción es la vida real. El factor “basado en hechos reales” se erige como un gancho de atractivo infalible para atrapar a la audiencia. Ahora bien, ese eslogan trae ciertos dolores de cabeza a los creadores y plataformas, pues no todo vale desde el punto de vista jurídico y no son pocas las demandas que han tenido que enfrentar en este ámbito.
Cada vez resultan más frecuentes los litigios relacionados con la utilización de historias o personajes reales para crear contenidos. En nuestro blog, queremos prestar atención a los diferentes problemas jurídicos que pueden derivarse de películas, series y productos asimilados, con especial énfasis en aquellos relacionados con el derecho al honor, a la intimidad y a la propia imagen. En la entrada de hoy, examinamos el caso de Olivia de Havilland y la serie Feud: Bette and Joan.
1.Feud: bette and joan
Feud: Bette and Joan (en adelante, “Feud”) es un docudrama estadounidense de 8 episodios que emitido inicialmente en 2017 por FX Network LLC (“FX”). Ambientado en los años sesenta, se centra en el conflictivo rodaje de la película “¿Qué fue de Baby Jane?”, éxito comercial y de crítica en su momento, que reunió a dos grandes actrices conocidas por su carácter: Joan Crawford y Bette Davis. Esta última, por cierto, fue nominada al Óscar como mejor actriz por su papel en la obra.
Feud reproduce la legendaria rivalidad entre las dos estrellas del cine durante el rodaje de la película. Asistimos a sus intentos de manipulación del director por las mejores escenas, a sus encuentros con los periodistas más influyentes del momento y a sus relaciones con otros actores. La serie fue producida y dirigida por Ryan Murphy y en ella participaron actrices de la talla de Susan Sarandon, Jessica Lange o Catherine Zeta-Jones, esta última representando a Olivia de Havilland.
2.El caso de Olivia de Havilland
Pese al escaso tiempo que ocupa el personaje de Havilland (17 de 392 minutos, apenas un 4% del total), la actriz demandó a FX buscando prohibir la distribución y retransmisión de la miniserie y obtener una indemnización por los daños y perjuicios causados. Y es que De Havilland no había otorgado su consentimiento para el uso de su imagen en la miniserie y entendía que se hizo de ella un retrato despectivo que no se correspondía con la realidad. En concreto, en su demanda alegó los siguientes motivos: (i) common law privacy tort of missapropiation o invasión de la privacidad con usos comerciales; (ii) infracción del statutory right of publicity[1] de la sección 3344 del Código Civil de California; (iii) false light invasión of privacy[2]; y (iv) unjust enrichment o enriquecimiento injusto.
Frente a la demanda, FX planteó una moción para anularla en virtud de la Ley anti-SLAPP[3], alegando que los hechos no eran afirmaciones objetivas, sino que habían sido dramatizados como parte de la ficción. También señalaron que no habían usado ninguna fotografía de De Havilland en la publicidad de la serie y que otras personas representadas, como el nieto de Joan Fontaine, no habían exigido compensación alguna.
El Tribunal de Primera Instancia (Superior Court of Los Angeles County)[4] denegó la moción de FX y estimó: (i) que Feud no suponía una labor transformadora[5] porque buscaba que la aparición de De Havilland fuera lo más real posible; (ii) que cualquiera que viera el documental podría llevarse una mala impresión de De Havilland, lo que podría tener un impacto significativo en su reputación al ser una celebridad; y (iii) que FX recreó escenas con conocimiento de su falsedad o con un desprecio imprudente a si lo eran o no.
No obstante, la Corte de Apelación del Estado de California (Court of Appeal of the State of California)[6] revocó la decisión adoptada en Primera Instancia, entendiendo que el valor económico de Feud no provenía de la fama de De Havilland, sino de la creatividad, habilidades y reputación de los creadores e intérpretes de la serie, por lo que existía una verdadera labor transformadora[7]. Así, los creadores quedaban protegidos por la Primera Enmienda[8].
La Corte de Apelación tampoco encontró falsas o susceptibles de crear una falsa impresión las escenas de De Havilland, dado que los espectadores ya estaban familiarizados con estas miniseries en las que todo está dramatizado como parte de la ficción. Aun así, las afirmaciones no se consideraron ni difamatorias ni ofensivas, ya que la Corte concluyó que el retrato de De Havilland era el más favorable de todos los personajes de Feud.
La actriz, en un último intento por obtener una resolución favorable, acudió sin mucho éxito a la Corte Suprema estadounidense, que inadmitió su recurso. Esta inadmisión y la muerte de De Havilland el pasado 2020 supusieron el portazo final a las pretensiones de la estrella del cine.
El fallo del Tribunal de Primera Instancia dejaba a los creadores en un callejón sin salida: si la representación de una persona era precisa y realista, podrían enfrentarse a una demanda por el statutory right of publicity; y si la representación era imaginativa o dramatizada, podrían enfrentarse a una demanda por false light invasión of privacy. Ninguno de estos instrumentos puede, de conformidad con la libertad de expresión consagrada en la Primera Enmienda, devenir una herramienta de control y censura de aquellas representaciones que no agraden al representado. La conclusión es clara: la libertad de expresión debe prevalecer.
[1] El statutory right of publicity es el derecho personal a controlar el uso comercial de la propia identidad. El objeto protegido y, por ende, su circunscripción, es el uso patrimonial como tal de la identidad. El derecho al honor, a la intimidad personal y familiar y a la propia imagen de la Ley Orgánica 1/1982 engloba ciertos aspectos del right of publicity: el uso comercial de la imagen, la voz o el nombre, pese a que estos últimos no sean propiamente el objeto de la Ley.
[2] La false light invasion of privacy constituye un instrumento estadounidense para defenderse frente a representaciones poco halagadoras de un individuo como algo o alguien que no es.
[3] La Ley anti-SLAPP (Strategic Lawsuit Against Public Participation) es un instrumento procesal estadounidense creado para lidiar contra aquellas demandas que buscan disminuir o restringir el ejercicio de los derechos de libertad de expresión.
[4] De Havilland vs. FX Networks LLC et al., Corte Superior del Condado de Los Ángeles, n. º BC667011 (2017).
[5] La labor transformadora o transformative work estadounidense es un tipo de uso legítimo o fair use que habilita a un creador a usar una obra o similar protegida por derechos de propiedad intelectual, puesto que la misma se usará con un fin o propósito diferente del original.
[6] De Havilland vs. FX Networks LLC et al., Corte de Apelación del Estado de California, n.º B285629 (2018).
[7] Comedy III Productions, Inc. vs. Gary Saderup, Inc., Corte Suprema de California, n.º S076061 (2001).
[8] Sarver vs. Chartier, Corte de Apelación de los Estados Unidos, n.º 11-56986 y n.º 12-55429 (2016); Guglielmi vs. Spelling Goldberg Productions, Corte Suprema de California, n.º 30872 (1979).